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Amor, honor y poder es una de las comedias teatrales de Pedro Calderón de la Barca. Cuenta la historia legendaria del rey Eduardo III de Inglaterra y sus amores con la condesa de Salveric, esto es, de Salisbury, casada con el capitán Guillermo de Montacute.-
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Pedro Calderón de la Barca
Saga
Amor, honor y poderOriginal titleAmor, honor y poderCover image: Shutterstock Copyright © 1650, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726497601
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Personas que hablan en ella:
EL REY.
TEOBALDO.
EL CONDE.
LUDOVICO.
ENRICO.
ESTELA.
INFANTA.
UN CAZADOR.
TOSCO, villano.
Salen ENRICO y ESTELA.
ENRICO No salgas, Estela, al monte,
vuélvete al castillo, hermana,
que por estos campos hoy
ha salido el Rey a caza.
No te vea de la suerte 5
que en las soledades andas,
causando a Venus desprecio,
dando envidias a Dïana,
cuando Diosa destos montes,
que miden veloz tus plantas, 10
o son las cumbres de Chipre
o son las selvas de Arcadia.
Por tu gusto, Estela, vives
en Salveric retirada
del aplauso de la corte, 15
del adorno de sus galas.
Aquí un hermano te sirva,
aquí un padre te acompaña
y aquí un monte te obedece,
que reina suya te llama. 20
No te vea el Rey y piense,
viendo la humildad que tratas,
—221v→
que lo que es sobra del gusto,
viene a ser del honor falta.
Por tu vida que te quedes 25
en Salveric y no salgas
hoy al monte.
ESTELA No saldré,
que ser gusto tuyo basta.
Desde aquí al castillo vuelvo
a obedecer lo que mandas. 30
ENRICO Yo, hermana, te lo suplico,
queda a Dios.
UNA VOZ (Dentro.)
¡Aparta, aparta!
ENRICO ¿Qué voz es esta?
UNA VOZ (Dentro.)
Poned
delante dellas espadas.
Tente indómito caballo. 35
ESTELA Desde aquellas cumbres altas
un caballo se despeña
con una mujer.
ENRICO Hoy baja
despeñado otro Faetonte.
Poco le debo, si aguarda 40
más ocasión mi valor,
para mostrarse, pues basta
el ser mujer.
(Vase.)
ESTELA En el viento
apenas pone las plantas,
porque un volante que al sol 45
le vuelve otro sol de plata,
lleno del viento que deja
le va sirviendo de alas.
Tan igualmente ligeros
los pies y manos levanta, 50
que parece que a los cielos
tira la yerba que arranca,
tan bañado en sus espumas,
que parece que un mar pasa
y que pegado en los pechos 55
el mar a pedazos saca.
Firme la dama le oprime
y aunque sean tan contrarias
la de un bruto y la de un sol,
son dos cuerpos con un alma. 60
Ella cobarde se anima
y animosa se desmaya,
que es el peligro forzoso,
donde la fuerza es tan flaca.
Pero ya Enrico, mi hermano, 65
saliendo al paso le aguarda,
aunque un monte es imposible
esperarle cara a cara.
Atravesado se arroja
y el tiro al bocado agarra 70
y asiendo el freno en la mano,
se le opuso a su arrogancia.
Con la izquierda en un sujeto
el viento y el fuego para,
y con la derecha a un punto 75
por el arzón mismo saca
a la dama, que en los brazos
sin aliento y desmayada,
el sobresalto al peligro,
lo que le debe le paga. 80
Y tirando el freno, cuando
a la silla el brazo alarga,
volvió el caballo, parece
que a mirar lo que llevaba,
porque envidioso de verse 85
dueño de gloria tan alta,
quiso con bárbaro intento,
sino perderla, robarla.
Mas ya con ella en los brazos
al valle mi hermano baja, 90
que parece que del sol
harto su esplendor la llama.
(Sale ENRICO con la INFANTA en los brazos.)
ENRICO ¡Hermana, Estrella! Volando
trae de aquesa fuente agua
o entra por ella al castillo. 95
ESTELA Yo voy presto; aquí me aguarda.
(Vase.)
ENRICO Trae el agua, que mis ojos
no me darán la que basta,
porque será breve el mar
—222→
para vencer fuerza tanta. 100
¡Qué mucho, si el mismo sol,
aunque con luz eclipsada,
hoy en sus rayos me quema,
hoy en sus rayos me abrasa!
¿Quién ha visto, quién ha visto, 105
aunque por suertes contrarias,
desgraciada la ventura,
venturosa la desgracia?
¡Señora, señora! Apenas
oye mi voz y turbada 110
la color, en un compuesto
mezcló la nieve y el nácar.
Y dichosamente unida,
nieve roja o rosas blancas,
se vio purpúrea la nieve 115
y la púrpura nevada.
No sé qué deidad oculta
a su adoración me llama,
que de tan forzoso efeto
no determino la causa. 120
¡Señora!
INFANTA ¡Válgame el cielo!
ENRICO ¡Albricias, cielos, que habla!
¡Alma, albricias!
INFANTA ¿Dónde estoy?
ENRICO ¡Ah señora!
INFANTA ¿Quién me llama?
ENRICO Quien del alma la mitad, 125
hoy a tu vida consagra
y por no dejar de verte,
no te ofrece toda el alma.
Aquel caballo, sin duda,
es el Júpiter que anda 130
enamorado y tomó
forma en apariencia rara,
para que tú fueras, cuando
le oprimieras las espaldas,
Europa de Inglaterra, 135
y él el caballo de España.
¿Cómo te sientes?
INFANTA Mejor.
Mas ¿quién eres tú, que amparas mi vida?
ENRICO Soy quien la tuya
también ofrece a tus plantas. 140
INFANTA ¿La vida te debo?
ENRICO Es cierto;
mas procedes tan tirana,
que cuando te doy la vida,
en satisfación me matas.
INFANTA [Aparte.]
(Agradecida le escucho, 145
que del honor fuera falta
la ingratitud a quien debo
la vida.) ¿Cómo te llamas?
ENRICO Enrico de Salveric,
que vivo en estas montañas, 150
en el castillo famoso
que es mi apellido y mi casa.
Aquí podrás descansar.
Yo quisiera que el alcázar
fuera del sol. Mas ¿quién eres? 155
INFANTA Yo soy...
(Sale el REY, LUDOVICO, TEOBALDO y acompañamiento.)
LUDOVICO Aquí está la Infanta.
REY Hermana, dame tus brazos.
¿Cómo te sientes?
INFANTA No es nada
el dolor, aunque no puedo
estar en pie.
REY Pues llevadla 160
a ese castillo y en él
descanse lo que le falta
al día, que ya con sombras
negras la noche amenaza.
TEOBALDO ¡Dichoso quien llega a verte 165
con vida, porque presaga
el alma de tus desdichas,
temió tu muerte temprana!
¡Vida te dio mi deseo!
INFANTA Yo procuraré pagarla, 170
que a quien me ha dado la vida,
no es mucho que le dé el alma.
(Vase.)
ENRICO [Aparte.]
(¡Ay arrogantes deseos!
¡Ay humildes confïanzas!
¡Ay cobardes presunciones! 175
—222v→
¡Ay satisfaciones falsas!
¡Ay esperanzas perdidas!
La Infanta, ¡cielos!, la Infanta
es a la que di la vida
y la que me quita el alma.) 180
Vuestra Majestad me dé
a besar sus Reales plantas,
si de la tierra que piso
merezco tocar la estampa.
REY ¿Quién eres?
ENRICO Enrico soy. 185
de Salveric, que mi casa
es hoy, pues a honrarla vienes,
venturosa en tal desgracia.
REY ¿Cómo retirado vives de la corte?
ENRICO Porque halla 190
mi padre en la soledad
más quietud a su edad larga.
REY ¿Vive todavía el Conde?
ENRICO Sí señor.
REY Fue la privanza
de mi padre. ¿Y solo tú 195
su soledad acompañas
o vive también Estela
con vosotros?
ENRICO [Aparte.]
¡Cosa extraña
que no pudiese encubrirlo!
Aquí está, señor, mi hermana, 200
que también del campo gusta.
REY Mucho le debe a la fama.
¿Qué dicen, que es muy hermosa?
ENRICO Siempre la opinión se alarga,
que no es muy hermosa Estela, 205
el no ser fea le basta.
REY Dícenme que es muy discreta.
ENRICO Sabe, señor, cosa es clara, lo que tiene obligación
una mujer en su casa. 210
REY Mucho me holgara de verla.
ENRICO No es el traje en que ella anda, digno, señor, de tus ojos; y esta sola fue la causa
para excusar de que tú 215
la vieras.
(Sale ESTELA.)
ESTELA Aquí está el agua.
Mas ¡qué miro!
ENRICO Estela es esta,
que cuando cayó la Infanta
fue por agua y viene agora.
REY Mejor dijeras que el alba, 220
vestida de resplandores
o de rayos coronada,
otra vez al campo sale
y que entre sus manos blancas
trae congelado el rocío, 225
que por lágrimas derrama.
ESTELA Vuestra Majestad, señor,
disculpando la ignorancia
que me permite este traje,
me dé sus manos.
REY Levanta, 230
no me acuse la soberbia
que tuve un cielo a mis plantas
porque si otras hermosuras
un mundo pequeño llaman,
tú eres un cielo pequeño. 235
ENRICO ¡Qué bien la humildad ensalzas!
El cielo aumente tu vida.
REY [Aparte.]
(¡Oh lo que este hermano habla!)
¡Ah Ludovico!
LUDOVICO Señor.
REY No sé qué siento en el alma, 240
que con decirme que es mía,
ya como ajena me trata.
LUDOVICO [Aparte.]
(¡Ay Estela! ¡Quién creyera,
que cuando a verte llegara,
vencieran celos de un rey 245
el contento que me causas!)
¿Qué sientes?
REY Siento temor,
con el amor en batalla
y cuanto el amor me anima
tanto el amor me acobarda. 250
—223→
Estela me da contento
y aqueste hermano me cansa.
LUDOVICO Échale de aquí, que todo
es invenciones quien ama.
REY Bien me aconsejas.
LUDOVICO [Aparte.]
¡Ay cielos! 255
¡Oh mal haya, amor, mal haya
el que contra sí aconseja!
ENRICO Su Alteza, Estela, está en casa
y pues ha sido ventura
nuestra, tan gran desgracia, 260
aunque como en monte sea
ve a servilla y regalarla.
Vuestra Majestad, señor,
dé licencia. Vete hermana,
que la agua no es menester. 265
REY Mejor será que tú vayas,
que aunque yo no haya caído
aquí es menester el agua.